Bienvenido a Depeche Mode Mexico - un sitio de fans para fans.

¡Visita la nueva versión de nuestro sitio aquí!

dmparis-dmmexico-dmcommx

La mejor noche de nuestras vidas
Fans - Cronicas
Escrito por OMAR PAUL   
Domingo, 02 de Diciembre de 2012 11:09

Depeche Mode 2 diciembre 1993

Es jueves, me despierto a las 7:00am, no podía seguir durmiendo. Llevaba días así, pero los últimos 3 días los nervios fueron creciendo. Me acerqué al calendario y arranqué la hoja. “Por fin”, dije para mí mismo.


El calendario marcaba la fecha clave: 2 DE DICIEMBRE. Un mes de agónica espera había terminado. Atrás había quedado la noticia escuchada por mi madre en la radio hace exactamente un mes: “Van a venir” me dijo. Había quedado atrás el dolor de tener que arrancarme de mi colección de discos con tal de tener dinero. También quedó atrás el campamento en el que había estado afuera del Palacio de los Deportes con amigos y (en ese entonces) desconocidos por casi dos días, con tal de obtener un boleto, un solo boleto.


Era un boleto para un concierto, pero no era cualquier concierto. Era EL concierto de Depeche Mode.


Son las 4:00 p.m. Estoy con unos amigos afuera del metro Morelos esperando a otra amiga. Charlábamos. El tema: adivinar cómo iba a empezar el concierto. En esa época no había Live Here Now y los bootlegs casi no existían en México. Sabíamos que venían tocando Halo y Condemnation y que Enjoy the Silence venía después de Personal Jesus (gracias al sencillo inglés de Condemnation), pero no sabíamos más. Llegó nuestra amiga y nos enfilamos hacia el Palacio de los Deportes.


6:00 pm. Ya reunidos todos los del Club de Fans (que en ese entonces ni por la cabeza nos pasaba que unos meses después se llamaría STRANGEMODE), seguíamos afuera del Palacio de los Deportes cantando, riendo, felices porque veríamos a los Mode. A las 7:00 p.m. nos pusimos de acuerdo para reunirnos en ese mismo punto terminando el concierto. Llegó el momento de entrar al domo. Me sudaban las manos.


Ya adentro, un escenario lleno de pantallas tapado con un juego de “sábanas” nos daba la bienvenida. Y para mi enorme sorpresa, una rampa que estaba a menos de 10 metros de dónde me había tocado mi lugar. Pasé del nervio a la emoción en cuestión de segundos. Caminaban de un lado a otro el acomodador, el de la cerveza, el que vendía el programa del tour (“Sólo 50 pesitos amigo, ¡anímate!”) y el chavo que vendía algo que después se volvió cotizado para un servidor y para mucha gente y que jamás he vuelto a ver: el poster de la gira (50 pesos nada más… pero un dineral para aquella época). Por razones de dinero lo no compré y preferí mi playera. Hoy daría lo que fuera por conseguir uno de esos posters. En serio.


Julio y Lucía (los novios que se sentaron a un lado de mí y que a la fecha seguimos teniendo una gran amistad) se presentaron y empezamos a platicar. Mis amigos estaban enfrente de mí, pero del otro lado del escenario. Eran las 8:05 p.m. Algunas personas empezaron a silbar, nosotros preferimos sentarnos a calmar el nervio fumando y platicando sobre nuestros gustos musicales y de cómo habíamos conocido a Depeche. No nos habíamos dado cuenta de cuánto había pasado cuando de repente se apagaron las luces.


8:40 p.m.: el intro de Higher Love empezó a salir hacia la gente desde los enormes juegos de bocinas que rodeaban el escenario. La apoteósis que siguió a eso fue inmensa y llegó una agradable visión: de la parte baja vimos a Martin subir las escaleras hacia la parte de arriba del escenario. Los gritos de “¡Martin!” “¡Martin!” empezaron a salir de las gargantas de los que nos encontrábamos ahí, pero no volteó a vernos. Segundos después, Alan Wilder hizo acto de presencia. La gritería saludándolo no se hizo esperar. Al contrario de Martin, Alan volteó a vernos y nos saludó. Suficiente para que las personas ahí reunidas explotáramos en un grito.


En eso estábamos cuando los primeros acordes de Higher Love se empezaron a oír. El Palacio literalmente se cayó cuando escuchamos salir de las bocinas el “I can taste, more than feel” de Dave. Todos estábamos en éxtasis, viendo la larguirucha sombra de Gahan moviéndose detrás de la sábana. El ángulo en el que yo estaba sentado me permitía verlo de pronto detrás de la sábana, pero sólo por un instante.


Termina Higher Love y las sábanas caen al piso dejando ver el escenario y a Dave, Martin, Alan y Fletch. Gritería inmensa. Por fin estaban ahí, enfrente de las 20 mil almas que nos dimos cita esa noche. Meses y años de espera habían terminado. Lucía literalmente estaba llorando y gritaba con esos ánimos que se contagian. Y comenzó un clásico: azotar los pies en los asientos de plástico a manera de agradecimiento y, al mismo tiempo, para pedir la siguiente canción.


Comienza Policy Of Truth y los que en esa época eran fans del Violator empezaron a cantar y a llorar cuando minutos antes estaban con cara de “¿Qué?” escuchando Higher Love. ¿Cuántas caras no recuerdo haciendo eso?. Después World In My Eyes, para mí la mejor versión de esa canción por siempre y para siempre. Los recuerdos de cómo se escuchaba Walking In My Shoes (y las caras de “What?” de los Violator fans de nuevo) y de cómo el robot de luces bajaba casi rozando el escenario los conservo como si hubieran pasado ayer.


Behind The Wheel fue el momento para los fans de antaño de sacar a relucir nuestros recuerdos y cantar a garganta abierta (yo me considero un viejo fan porque en 1993 tenía 17 años, pero ya llevaba casi 10 escuchando a los Mode gracias a un primo). No dejábamos de azotar los pies en las sillas de plástico del domo cada vez que terminaba una canción y gritar con euforia cuando empezaba la siguiente, para que ellos supieran cómo nos sentíamos de tenerlos ahí cantando y compartiendo ese momento con nosotros. Llegó Halo que sentí como si fuera un suspiro. Y después, llegó el que para mí fue el mejor momento de la noche: Stripped.


Los que me conocen saben que esa es mi canción top de DM, muy por encima de otras. Cuando escuché el principio no creí lo que había oído y el estupor y la sorpresa me golpearon la cara cuando escuché el comienzo. No recuerdo si lloré, reí o qué hice. Lo único que sé es que después de haber terminado la canción mi garganta ya no dio para cantar fuerte el resto del concierto. Y ese recuerdo de Dave aventando una luz de neón hacia el público en el momento justo de terminar la canción es de mis mejores recuerdos en la vida. El siguiente orgasmo visual fue en Condemnation, pero no fue cortesía de la banda; fue cortesía de nosotros, los fans.


En esa época no había celulares, lo de moda en los conciertos era el encendedor. El hacer chispar el encendedor cada vez que se escuchaban los aplausos en Condemnation hicieron que Dave pusiera cara de felicidad y se riera, mientras de la cara de Martin salió una enorme sonrisa de satisfacción. Era increíble voltear a ver hacia la parte de arriba y ver los flashazos de los encendedores. Hubiera dado lo que fuera por haber grabado eso. Terminó Condemnation en medio de un enorme y masivo aplauso; y un Dave flaco y elegantemente vestido sale del escenario para dar paso a Martin con otra canción que pegó fuerte entre los que estábamos ahí: A Question of Lust.


Encendedores a más no poder iluminaban el domo mientras Martin cantaba y se movía de un lado a otro del escenario. Después, One Caress, que Lucía y Julio cantaron y bailaron como si fuera un vals, mientras yo veía la escena con gracia y aprovechaba para ver a Martin con los binoculares.


Martin sale agradecido y con otra enorme sonrisa, para dar paso a Dave y tocar Mercy in You. La guitarra de Martin, poderosa como siempre, retumbaba en el domo mientras todos cantábamos.


La segunda parte del concierto dio comienzo con I Feel You, con Alan a unos metros de donde estábamos nosotros tocando la batería; y con un servidor afuera del túnel comprando cigarros. Recuerdo que me metí corriendo hasta mi lugar enojado conmigo mismo por haberme atrevido a no estar ahí cuando empezara una canción. Y ahí fue el primer acercamiento de Dave con la gente. Primero fue a la rampa de la izquierda, después, un poco antes de terminar la canción se acercó a donde estábamos nosotros amenazando con aventarse. Los que estábamos ahí no salíamos de  nuestro asombro y nos preparamos para recibirlo, cuando de pronto se hizo hacia atrás, se empezó a reir y se regresó. Nos conformamos con hacerle segunda a la risita y se bajó del escenario para estar cerca de la gente de primera fila. Rayados, me dije. Julio me dice: Wey, es la mejor noche de mi vida. Lo único que hice fue reirme y mover la cabeza en forma afirmativa. La sorpresa no terminó ahí ya que después comenzó el otro momento memorable de la noche: Never Let Me Down Again.


La segunda secuencia de recuerdos gratos que tengo de ese día derivan de esa canción. Todos moviendo los brazos mientras encendían las luces del domo fue algo indescriptible, mágico. Muchos de seguro dirán al leer esto: Yo lo viví en 2006 y 2009 y sé que se siente. Estoy de acuerdo, pero en mi opinión no es lo mismo.
Termina NLMDA entre los brincos, gritos y euforia de los que estábamos ahí. Yo ya no podía hablar, Julio y Lucía tampoco. La chica que estaba delante de nosotros tenía el rímel corrido del sudor (y quizá de las lágrimas) mientras su novio la abrazaba y no paraba de decirle “Gracias” mientras iba anotando en una hoja la lista de las canciones.


Rush, una de las canciones que mejor se escuchan en vivo de todo el repertorio de DM, empezó a salir de las bocinas mientras el escenario se iluminaba de verde y veíamos a un Dave cantar con potencia, supongo que era porque le gustaba cantarla en vivo. Después siguió otra de las mejores canciones de DM (tanto en estudio como en vivo): In Your Room. Sigo sin entender porque en las posteriores giras cambiaron la versión, porque la original es excelente. Un Dave concentrado, cantando, mientras todos le hacíamos segunda y algunos otros usaban el encendedor para hacer más oscuro el asunto.


Con el final de In Your Room viene el primer encore del concierto. Lo que aprovechamos algunos para salir al baño mientras otros se quedaron dentro azotando los pies en las sillas. Después de 5 minutos (o un poco más, no lo recuerdo) vino la apoteosis máxima, la canción con la que se cayó el Palacio de los Deportes y los Violator fans explotaron y volaron por los aires: Personal Jesus.


He estado en casi todos los conciertos de DM, pero jamás había escuchado que la gente tapara con su voz una canción. Literalmente no se escuchaba la música (agreguemos que el Palacio de los Deportes es reducido y el domo de cobre incide mucho en el ruido que se genera dentro de él). Pero les puedo jurar una cosa: en esa canción y en la siguiente. No hubo uno sólo de los 20 mil fans que no cantara. Es más, los que tengan el bootleg de ese día no me dejaran mentir en la diferencia entre PJ y las demás canciones. Guiño


Termina Personal Jesus entre el éxtasis generalizado, para dar la estocada final de la noche con Enjoy the Silence. Versión top de todas las que han tocado en vivo para un servidor, que disfruté al máximo junto con los demás. El mismo efecto: casi no se escuchaba la música.


Al finalizar Enjoy the Silence y dar paso al siguiente Encore, me di cuenta que ya habían pasado un poco más de una hora y media… Pensé: “¿Un mes que se me hizo eterno para que ahorita hora y media se fuera volando?”, en algún momento todos hemos sentido lo mismo.


Se encienden las luces de la parte trasera del escenario, y salen Alan y Martin agradeciéndonos a la gente que nos encontrábamos ahí. Si en ese momento me hubieran dicho que esa sería la primera y la penúltima vez (la última vez que vi a Alan con DM fue al año siguiente en Monterrey) que vería a Alan Wilder con Depeche Mode no lo hubiera creído. De esas intuiciones de fan que a veces tenemos, le dije a Julio: es Somebody. Y no fallé.
Muchos lloramos con esa canción, mientras todos volvíamos a sacar los encendedores iluminando la escena, volvimos a sacarle una enorme sonrisa a Martin mientras cantaba junto con los que nos la sabíamos.


Terminando Somebody quizá algunos empezamos a pensar que el concierto estaba por terminar. Y cuando empezó Everything Counts esas dudas se disiparon. Como muchos fans sabíamos de antemano, en esa época les daba terminar los recitales con esa canción y no nos equivocamos. Dimos lo mejor de nosotros en ese momento, en esa versión de Everything Counts que también es muy buena y que al final todos en una sola voz cantamos haciendo el coro mientras Dave nos ponía el micrófono hasta que llegó el momento de despedirse: “We see you next time!”
Saliendo del túnel le dije a Julio: “Tenías razón. La mejor noche de nuestras vidas. Ojalá y que vuelvan a venir para el siguiente disco”.


Quién iba a pensar que íbamos a esperar 12 largos años para volverlos a ver.