En muchos sentidos fue la gloria suprema para una banda que resume todo lo que el rock and roll debe ser, elevándolos a la posición oficial de banda de estadios. La convincente calidad de las letras de Martin se acomplaron ala música gracias a su innovador y confiado enfoque, ayudando a poner a Violator en lugar aparte de los otros discos que aparecieron ese año. Mientras que su alguna vez populares contemporáneos (surgidos durante de la explosión del synth rock de principios de los 80) había caído en el olvido, los Mode habían soportado el rigor de la década y se habían desarrollado para representar al único sonido verdadero de su tipo.

La mezcla única de imageninería oscura y sensual, así como la desenvoltura electro aseguraron que el disco fuera un alivio para los oídos y se destacara claramente entre el tumulto de los incipientes grupos de música bailable, los de cuerpo a cuerpo de baile joven y los pasados de moda soft rockers. Esto no quiere decir que Violator era la bestia analógica pura que ha sido venerado durante mucho tiempo y sin afán de ofender a aquellos devotos austeros que se muestran reacios ante la mera mención de la palabra “guitarra”, Alan nos recuerda:

“Existen muchas percusiones hechas en vivo y que se volvieron loops en Violator y hay un amplio rango de diferentes instrumentos acústicos al igual que electrónicos. Creo que este disco demostró que se puede alcanzar delicado balance entre los sonidos tocados y los programados.”